Atardecer en el Campo de Montiel

Atardecer en el Campo de Montiel, Calambur Experience

Atardecer en el Campo de Montiel, descubre los increíbles colores que se forman en la inmensidad del horizonte manchego, vive las sensaciones únicas que se producen sin esperar a nada ni a nadie, siente como se transforma el paisaje con unos destellos, fugaz como un segundo, sin esperar, la noche lo cubre todo, pero no la mejor compañía y el buen ambiente.

Unos poemas de Juaquin Fernandez de Silva,  su último libro «NOCHE Y YO»

 

SE BUSCA AMANECER

Todavía los ecos muerden

al poema que los amamantó

todavía es el alba.

la luna pálida es el fiel reflejo

de los ojos que aguantan sin morir

bajo el peso lapidario del párpado.

 

abierta por su embozo

la cama, como tumba sin su dueño,

permanece o espera.

Es la espera el comienzo de un encuentro?

 

En la lenta ojeada de un respiro

sucede una vez más

y entiendes que no todo esté perdido.

 

Pues es en esa pérdida

donde reside el verdadero don

que la vida regala a los mortales.

 

Y la dicha es suprema cuando el don,

entre la bruma del paraje

donde todo es promesa y todo se demora,

queda inmortalizado en la belleza

del poema, del cuadro, de la música.

 

ETERNIDAD Y TIEMPO

La eternidad

habla sin boca,

habla de la granítica quietud

del muro de lo ya sabido

 

El tiempo calla,

calla y mueve los cimientos.

 

COMPAÑEROS DE CAMA

Es la ausencia de sol

en la calle desierta,

larga ausencia

plagada de sentidos,

la que mantiene en pie

a los seres que aman sus vestigios.

 

Tras las ventanas miran

cómo la lluvia marca en el asfalto

los frágiles instantes que se marchan.

 

Cuando la lluvia cese y se serene

la tarde de su llanto,

se podrá reducir a una sonrisa

lo que fue de la vida.

 

La mirada perdida es la luz última

y su tesoro oculto será de quien lo encuentre,

dejar pasar el sol es lo que tiene.

La mirada perdida, su luz última

se ha comido el color de los objetos

y deja ver el surco intemporal.

 

Ausentes los sentidos,

desiertos los amores,

ocultos los vestigios,

y en los charcos oscuros, sin pisadas,

resiste aún la calma, mientras dobla

la esquina la vida con el viento.

 

El tiempo está despierto

la eternidad dormida,

la eternidad, el tiempo, dos amantes,

el uno enamorado

el otro, en la ventana, ya con prisas.

 

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